miércoles, 26 de febrero de 2014



Cuando las creencias configuran experiencia privativa.

Mtra. María del Carmen Lechuga García.
Museo Nacional de las Culturas


La creencia en espíritus suele ser común, la idea de apariciones de espíritus y fantasmas parece no salvarse nadie. La mayoría de esas afirmaciones derivan de alguna experiencia personal para la cual no se encuentra explicación razonable. Para no aceptar las creencias per se y encontrarles sentido como enseñanzas, se requiere buscar dentro del individuo y su sistema de creencias.
Independientemente de que la neurociencia explica cómo la conciencia humana crea imágenes y significados (a través de interconexiones neuronales e intercambios químico/eléctricos en nuestro cerebro), ¿qué sucede cuando la experiencia personal como antropólogo–arqueólogo obliga reflexiones acerca de las percepciones de cada individuo y del caleidoscopio social que refleja la diversidad de los participantes y de uno mismo?
El estudio del patrimonio cultural exige atención a las interpretaciones que le da la sociedad. A sitios, objetos y personajes relacionados con la historia y la cultura, siempre se les conceden propiedades anímicas o extraordinarias, creando un repertorio de cuentos, leyendas o mitos entorno a ellos, y que proyectan la cosmovisión de individuos y grupos.
Esta exposición retoma ejemplos similares de experiencias registradas en mi quehacer profesional, describe una leyenda de Pancho Villa, la matanza de los chinos en Torreón, eventos de tipo “sobrenatural” en Xico, estado de México (1989), los entierros del osario en Santa Catarina en la Ciudad de México (2000) y la aparición de un niño en el Canal de la Perla (2008) en Torreón, que provocó que un trabajador, El Güero, dejase de cantar.

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